¿Podemos cambiar de forma como los Dioses?
La noción de que los poderosos dioses, otros seres de naturaleza mágica y algunos hechiceros poseían la asombrosa capacidad para cambiar de forma a voluntad viene manifestándose en las diferentes mitologías y culturas que existen por todo el mundo desde que el hombre comenzó a contar historias.
Normalmente en los relatos aparece que estas metamorfosis se llevan a cabo según la voluntad de los propios ostentadores de tales habilidades y acostumbran a ser, en la mayoría de las ocasiones, en formas animales mostrando un marcado teriomorfismo en alarde de sus poderes.
Los mitos sobre estas asombrosas capacidades se extienden por cualquier mitología del planeta dejando ejemplos en cualquier cultura. Uno de los ejemplos más representativos es el caso de nuestra religión
Citando a nuestro hermano Manu Garzón;
“ –Lík. No es ni más ni menos que el cuerpo físico del individuo. Es tan necesario como el resto de partes, y la prueba es que, sin Lík, el ser humano no existe; y al contrario, un Lík sin el resto de partes espirituales tan solo es un cadáver, simple materia.
–Hamr. El cuerpo espiritual del individuo. Algunos odinistas creen que tiene un aspecto adulto desde el nacimiento, y que el Lík crece siguiendo las directrices del Hamr. Asimismo, se cree que puede moldearse con nuestra fuerza de voluntad (v. gr.: un niño de constitución endeble se propone convertirse en un atleta, y se obliga a ejercitar su cuerpo, a llevar una dieta específica y a disciplinar su mente, con lo que cambia su Hamr, tras lo que su Lík va transformándose también).
–Önd. El aliento vital del individuo, su motor, lo que hace que el resto de partes puedan cumplir con su cometido. El Önd es concedido por el propio Odín a todos los seres humanos. Algunos estudiosos odinistas rechazan este término por encontrarse en numerosos textos cristianos altomedievales, que lo usaban para referirse a su propio concepto de alma o ánima.
–Odhr. Se trata de la parte del alma encargada de los sentidos y de la comunicación humana. Se la supone auspiciada por Hoenir, y situada entre la cabeza y el pecho.
–Lá. Con este término designo algo tan difuso como es la vitalidad del individuo, parecida a la “sangre” del espíritu. Es el conducto de poder usado por todas las partes del individuo, y debido a esa cualidad “cinética” y cambiante se le atribuye el auspicio de Lóki.
–Hugr. Así definimos el pensamiento, y con él la parte consciente del alma, que trabaja en correlación con otra parte a la que denominaremos Minni.
–Minni. La parte encargada de la memoria y de los recuerdos del individuo.
–Sálfr. Más que una parte, es una cualidad de cada alma, y que abarca al resto de partes para que el individuo sea único, aunque su alma sea igual al resto de almas humanas. Esta parte del alma es la que viaja al otro mundo tras la muerte, pues retiene el Hugr, el Minni, el Önd, el Odhr y el Lá.
–Sál. Con este nombre, que en islandés moderno significa “alma” o “bolsa”, se define como el contenedor espiritual que mantiene cada parte del alma en su lugar y trabajando en sincronía…”
Cabe destacar que en la cultura nórdica precristiana existían varios conceptos para diferenciar el cuerpo, el alma, la mente, las emociones y los sentimientos. Para referirse al cuerpo utilizaban dos conceptos diferenciados: el ‘’Lík’’, que designaba el cuerpo biológico que todo ser humano poseía y se encargaba de llevar a cabo las funciones vitales y, en oposición, se hallaba el concepto ‘’Hamr’’ cuyo significado literal era ‘’piel’’ o ‘’forma’’ y es el doble físico. Este término se refería a la apariencia en la que los demás podían percibir el cuerpo de uno mismo y curiosamente no se consideraba invariable, todo lo contrario, el Hamr podía cambiar. De hecho, el cambio de forma o del Hamr era contemplado en aquella sociedad definiendo la cualidad para poder llevar a cabo las metamorfosis como ‘’hamramr’’ o ‘’de fuerte hamr’’.
El dios Odín, como líder del panteón de la religión pagana nórdica, poseía esta habilidad según los relatos. Era considerado el dios de la guerra, la magia, la sabiduría y la poesía, si bien tuvo que ganarse algunas de estas cualidades. Un mito cuenta como utilizó la habilidad del cambio de forma para hacerse con la poción de la sabiduría y del don de la poesía. Según esta leyenda Kvasir fue el ser más sabio que jamás hubo existido pero los enanos le dieron muerte creando una poción a partir de su sangre mezclada con miel. Odín quiso hacerse con este elemento, fuente de sabiduría, pero no era una tarea fácil ya que un gigante había escondido el elixir en el corazón de una montaña y había designado a su hija Gunnlod para custodiar el tesoro.
Odín primero se convirtió en una serpiente y con esta forma pudo introducirse por pequeños recovecos del terreno sin ser visto hasta llegar al profundo lugar donde se hallaba la pócima. Después de esto, tomó la forma de un joven gigante y embaucó a la fémina de esta raza engañándole para obtener su permiso y conseguir beber del preciado líquido. Así llegaron a un acuerdo por el que el dios disfrazado debería de pasar tres noches con Gunnlod y a cambio podría beber tres sorbos de la poción. Cuando lo hubo conseguido, en lugar de beber tres sorbos bebió la suficiente cantidad como para llenar tres tinajas enteras, se transformó en un águila y voló a Asgard donde vomitó la poción en tres tinajas sagradas.
Este dios era conocido por poder cambiar su aspecto a voluntad y frecuentemente vagaba por el mundo con la forma de un anciano tuerto, de larga barba grisácea y vistiendo un abrigo azul oscuro con un sombrero de ala ancha. En esta forma se acercaba a los héroes para aconsejarles.
En otra ocasión Odín se hizo pasar por otro hombre y retó a Heidek —un rey godo mítico— a un duelo de adivinanzas en el que una de las reglas era que aquel que realizaba una pregunta debía, a su vez, conocer la respuesta. Ambos duelistas contestaban las preguntas sin dificultad hasta que el dios disfrazado le preguntó al rey por las palabras que le había dicho el dios Odín a su hijo en la pira funeraria, respuesta que únicamente conocía el propio dios. Dándose cuenta del engaño, el rey montó en cólera y quiso atacar al recién descubierto dios con su espada. Momento en el que Odín se transformó en un halcón para poder escapar.
La diosa Freya era otra de las divinidades nórdicas que dominaba las habilidades de los cambios de forma. En una ocasión convirtió a su sirviente Ottar en un jabalí para ocultarlo. Asimismo posee una capa de plumas de halcón que permite a cualquiera que se la ponga transformarse en tal animal.
Loki, maestro de las transformaciones, le pide prestada a Freya esta capa en una ocasión para poder rescatar a Idún, esposa de Bragi y guardiana de las manzanas que otorgaban la eterna juventud a los dioses, que había sido raptada por uno de los gigantes de hielo. Los dioses, preocupados, comenzaban a envejecer sin remedio e instaron a Loki para que fuera en su busca. Disfrazado de halcón consiguió rescatar a Idún a la que trajo de regreso convertida en una nuez mientras el gigante les perseguía en forma de águila. El resto de los dioses encendieron una pira que hizo arder las alas del águila, otrora gigante, deshaciéndose así de su enemigo.
Pero no solo los dioses tenían la habilidad de cambiar de forma según su voluntad y en los mitos se advierten otras criaturas con las que comparten este poder. Un ejemplo de ello es el enano Andvari poseedor del anillo mágico Andvaranaut que otorgaba riquezas a su poseedor. Esta pequeña criatura vivía bajo una cascada y era capaz de transformarse en pez si así lo deseaba.
En la Edda prosaica aparecen otros dos enanos manifestando cambios de forma. El enano Ótr, del que se decía podía cambiar de aspecto a voluntad y que gustaba de pasar sus días en la forma de una nutria cazando peces en los ríos y su hermano Fafnir que víctima de una maldición acabó convertido en un dragón.
Los ejemplos en la religión nórdica y en cualquier otro conjunto de mitos sobre seres que utilizaban poderes mágicos para metamorfosearse son profusos y detallados. En el caso de los mitos escandinavos aparecen manifestaciones de cambios, no sólo a formas de animales sino también cambios de género o de raza, como dioses transformándose en gigantes. Unas transformaciones tan impresionantes que dejaron a la antigua humanidad fascinada con sus relatos, código de valores y cosmovisión.
Fuente: Blog de la Confesión Odinista Española