La verosimilitud de la fe: la “Paradoja Freyfaxi”
Charlando el otro día con mi Jarl, Kráka, me comentó lo complicado que resultaba argumentar con alguien ajeno a nuestra Fe la fiabilidad de las fuentes históricas en las que nos basamos, pues al parecer no existen textos de autores contemporáneos de nuestros ancestros paganos que resulten objetivos y detallados. Medité profundamente sobre ello, concediendo que así era, en realidad. Pero entonces, ¿cómo estar seguros de que avanzamos por un camino que continúe con la Antigua Senda, y no por uno que sea una versión deformada, o simplemente inventada? Y se dio la casualidad de que, en ese momento, me hallaba enfrascado en el estudio de la Saga de Hrafnkel, dado que se acerca la festividad de Freyfaxi y es en esta saga donde se menciona al célebre caballo. Así, se formó en mi mente una explicación a la cuestión, y decidí llamarla la Paradoja Freyfaxi. La expondré aquí, para que la valoréis vosotr@s mism@s.
Hrafnkel tenía, entre los animales que poseía, uno al que apreciaba más que a cualquier otro. Era un caballo castaño con una franja oscura en el lomo, al que llamaba Freyfaxi. Le había regalado la mitad del caballo a su amigo Frey. Tenía tanto cariño a este caballo, que había hecho juramento de matar al que lo montase sin su permiso.
Hrafnkel no amaba a otro dios sino a Frey.
Era un hombre muy injusto, aunque noble.
Entonces dijo Hrafnkel: “Me parece que es una tontería creer en los dioses”, y añadió que nunca volvería a creer en ellos, y lo cumplió,…
Consiguió una gran reputación en la comarca.
…Era un hombre mucho más amigable que antes.